MERCEDES BAGÓ PÉREZ, CUBA
MERCEDES BAGÓ PÉREZ
CUBA
Ningún hombre es como él
Ningún
hombre ha caminado como él,
con pies
derechos y seguros peregrinaba.
Sin
esfuerzo, con ternura en cada paso,
me
mostraba sueños y esperanzas de ser buena,
feliz y
fuerte desde dentro de mi alma y mi ser.
Ningún hombre
se comportaba como él.
Apreciaba
mi esencia, mi vida, lo que valgo.
Sin
hacerme ver pequeña, invisible o inferior
me
mostraba un mundo lleno de luces y confianza.
Miraba
en lo profundo y me amaba como soy.
Ningún
hombre se expresaba como él.
Con palabras
acertadas se crecía ante todos,
el
sonido de su voz era un silbido de Dios mismo,
sus
palabras eran senderos, eran vida, eran virtud.
Encendió
luces, abrió caminos, regalándome la paz.
Ningún
hombre miraba como él.
Con ojos
dulces como higos maduros me observaba
contemplando
el potencial de mi existir
como si
fuera barro que en sus manos brotaría
como
pieza de perfecta belleza y armonía.
Ningún
hombre hay en la vida como él
tan
diáfano, tan humano, tan divino.
Tan
triste debe estar mi gran dador,
por la
falsedad de portavoces ufanos y mezquinos
repletos
de traición, con quien nunca quiero estar.
Ningún
hombre será nunca como él.
Nadie
llega ni al borde de sus plantas,
sus
actos, sus palabras, su mirada…
Lo falso
nunca el oro puede imitar,
las
piedras preciosas no se pueden igualar.
Memoria incluída en UNA GUAJIRA COMPLETA
Mi
madre amaba los gatos. En casa teníamos tres, siempre hembras, porque
"estas son cazadoras y en los campos siempre hay ratones". El afecto
de mamá por Maruca era enorme. Esa gata no paría si mi madre no estaba
presente. Tenía que permanecer a su lado hasta la llegada de su último minino. Las
demás no eran tan apegadas, pero todo el tiempo que mamá estaba en la cocina
preparando algún alimento, se estregaban contorsionando el cuerpo alrededor de
sus piernas. La relación de mamá con sus gatas era sorprendente.
Teníamos
un vecino cercano llamado Ovidio Sosa. Era un joven solitario, un guajiro que
criaba conejos. Cuando las gatas de mamá acababan con los ratones, iban a
buscar los conejos de Ovidio. Arrastraban aquellos hermosos animales hasta el
rancho donde las gatas tenían sus crías. Algunos, aun chillando de dolor,
dejaban un hilo de hierro y terror en la ruta de la muerte. Mientras la gata
hundía sus dientes en el cuello de la víctima, se retorcía esperando el milagro
del escape. Los gatitos esperaban en el nido la llegada del banquete. Lamían la
sangre mientras la madre destrozaba el hermoso ejemplar que Ovidio cuidó con
tanto esmero. Era un cuadro de terror con aromas de muerte que solo mamá
entendía y justificaba con aquello de la ley de la supervivencia.
En
la parte trasera del rancho, mamá enterraba los restos del conejo muerto. La
intención era tratar de evitar la proliferación de los organismos naturales en
descomposición que emanaban un hedor espantoso y que atraía moscas a los aleros
del rancho, zumbando con su sonido peculiar de búsqueda. De paso, no quería que
Ovidio se diera cuenta de la tragedia.
Al llegar de la escuela, encontré a mamá llorando con el cuerpo de Maruca, su gata tricolor, la favorita, la matriarca, entre sus manos. Decía llorando que Ovidio era un hijo de puta, asesino y abusador. A Maruca le brotaba espuma por la boca y se retorcía mientras aullaba. Me conmovió ver a Maruca así y el sufrimiento de mamá, pero guardé mi empatía con Ovidio y sus conejos durante toda mi vida. Quizás por eso, siempre he preferido a los perros.
BIOGRAFÍA
La escritora Mercedes Bagó
Pérez nació en el Barrio Los Moscones en Cuba el 17 de diciembre de 1952. Es
hija de Alfonso Bagó Cortés y de Zoila Pérez Pérez. Vive en Puerto Rico desde
el 1966, donde se capacitó como profesional en la Universidad Interamericana de
Cupey y Hato Rey. Estudió un bachillerato en Ciencias Naturales y una maestría
en Computación Educativa. Fue maestra de Ciencias de la escuela secundaria por
31 años.
Se ha formado como escritora
mediante talleres de Escritura Creativa (memorias, cuento, micro ficción,
poesía y novela) con Mary Ely Marrero-Pérez, Rubis Camacho y Ana
Luisa Sierra. Como artista de la plástica, se formó como estudiante de Gabriel
Cruz Díaz.
Ha participado de los
siguientes proyectos literarios de Lamaruca, Gesta Cultural Vitrata en Puerto Rico: Versos al viento para leer y colorear, Poetas intensos, Fuego, Pedazos del corazón, Sobre
la piel y Te lo cuento en breve. Con la editorial española Moleskin,
participó en Jartum y otros 65 relatos y microrrelatos de viaje. También
fue parte de Erotismo poético y Pluma tinta y papel, ambos de la
editorial española Diversidad Literaria.
Mercedes Bagó Pérez es, además, artista de la
plástica. Ha sido parte de múltiples exhibiciones artísticas: La Promesa, Cosas y costumbres de mi país y CAOS de Libertad, Exposiciones colectivas
en la Casa Museo Escuté de Carolina, Transformación
Creativa y Colectivo de pintura en el Colegio de Ingenieros y
Agrimensores de Puerto Rico, Colectivo
de pintura en Arrevica: Artes y Manualidades de Carolina. Perspectivas de Mujer, Exposición colectiva y Fusiones:
Exposición Colectiva en la Galería Epifanio "Fano"
Irizarry de la Escuela Especializada de Bellas Artes de Ponce. Imaginación y recuerdos: exposición de artes
plásticas y poesía en Plaza
de la Cultura de Plaza Las Américas.
Una guajira completa: memorias de una niña cubana en el exilio, es su primer libro publicado individualmente. Con este título, nace la Colección Setina de Lamaruca, Gesta Cultural Vitrata en el 2020. Es un recorrido por la niñez, una oda a la añoranza y una reflexión sobre lo vívido que se amalgama a la memoria.
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