OSCAR PACHECO, EL SALVADOR
OSCAR PACHECO
EL SALVADOR
INDIO NEGRO ASESINADO
¿A quién le ruego?
Para que se escuche mi llanto
No soy pudiente
¡Soy indio sin encantos!
Pienso mucho,
¡Pero anduve descalzo!
Voy llegando a los cielos
Y nadie me está alabando,
Mi piel negra me está delatando.
¿Cuál él es santo negro?
Que me está esperando;
He muerto abatido
Por la avaricia de un blanco,
Antes de morir, oraba hincando
Al ruego de un santo blanco.
No espero ser ángel negro,
¡Tan solo ser escuchado!
¡Como indio he vivido!
Por ser indio yace mi cuerpo ahí tirado;
¿Abran espíritus santos?,
Para este desgraciado.
Yo invente en mis tierras,
¡La siembra y el arado!
No fui condecorado;
Pues vengo de morir asesinado.
Me gusta el vino del blanco…
Pero el blanco me ha despreciado;
Abran las puertas del cielo
¡Ábranlas por Dios Santo!
Que este negro está llorando.
No soy ningún angelito bueno,
Por venir colorado.
¡Tal vez en otra vida!
Mis encantos sean notados;
El abano que en mi brilla
Refleja el paisaje soleado
Pintura negra en mi cuerpo,
¡En mi pecho y mi peinado!
Escribo versos mágicos;
De cuentos desesperados
Y mi alma pura.
No es blanca, ¡es oscura!
Y aun así ¡soy enamorado!
Una charla
con mi alma
Me abordo un pensamiento
Entre nubes de invierno
En plena primera de mi vida,
Sentado a un costado de mi alma
Hablaba con ella a solas,
En el silencio misterioso
De las verdades
Que confabulan sigilosamente
Como efecto alquímico
De mi conciencia;
Adherida a mi corazón
Y a la lógica cautivante
De mis intereses
Tengo presente en mi mente
La maravillosidad virtuosa
Con que se viste la existencia,
Veo atreves de mis ojos
Y sé que mi alma huele a incienso;
Ahora que aquí la tengo
Sé que mis huesos son de tierra,
Son de Agua, son de viento;
De lágrimas que agrietan,
Que limpian, purificando
Ese sentido ilógico de limerencia
Que me vuelve amante
De toda construcción cósmica
En el universo infinito,
Amante de la vida,
Capaz de acomodar mi vista
En la finura exquisita de las hojas,
Pintarlas en mi mente
Experimentando un vuelo
Que me acerque al cielo lluvioso,
Y que un parpadeo se despeje
Para descubrir el horizonte orgulloso
Donde cantan las hadas, los grillos
Y mariposas pintadas de arcoíris
Como paleta de sabores, dulces y deliciosas
Como el dulce nostálgico de feria
Cañal de alegría pintando sonrisas
Sentado con mi alma vestida de vida
Suspiro profundo para beber la brisa
Que me ha congelado en un estado
Casi nirvánico e inefable
Oh caricias de la vida
Oh pensamiento mágico
Acordes melódicos flotando en el aire
Germinando la flor del pensamiento,
Es mi centro un receptáculo
De emociones Constitutivas
De luciérnagas que alumbran
Desmesuradamente el centro de mi alma
Con la que esta noche platico
Tranquilo y en calma
La luna romantizando el momento
Levanta el telón al pensamiento
Para que en la voz de mi alma
Entone este sublime rezo
No hay razón sin tomento
Como no hay nubes sin un cielo
O arreboles sin un sol, sin nubes
O la vida sin un ser supremo
Hay mi alma que me acompaña
Es mi corazón quien hoy te abraza
No sé cuándo volveré a verte
Sin embargo, nunca dejo de sentirte
En las entrañas de mi ser
Templo sagrado, morada perpetua
Que se ilumina a diario
Con la alborada al amanecer.
Si la luna nos permite otra noche
Dichoso me sentiré de acomodarme a tu lado
Repetiremos los suspiros
Por estar enamorados
De la vida y la existencia de los mares
De los árboles y de los pinos
De las montañas gigantes
De la gracia que reviste la maña
Y la calma con que se despide el atardecer
En bellos ocasos que siempre pintaran
El más sublime paisaje
como preludio al romántico anochecer.
Encuentro
Un encuentro que no tiene despedida,
En La senda que conduce al cósmico infinito del
sentimiento,
Ante el misterio que arrebata sin permiso y sin
medida,
La quietud de mi alma que fluye agitada como el
viento.
A si, son mis labios acercándose a tu cuerpo,
¡Tu cuello lo provoca!
El perfume de tu piel que se filtra hasta mi cerebro,
Generando el fulgor que se evaporiza en mi boca.
Para quemar tu piel con caricias llenas de fuego,
Mordiendo el templo de tu azucarado centro;
Viviendo un éxtasis nirvánico que trasciende del
deseo,
Para elevarnos beso a beso hasta el firmamento.
Es un frenesí incontrolable y sempiterno;
Que comienza en mi piel para grabarla en tu piel,
Devorando los sentidos con el pensamiento eterno,
De sentirte mía del cabello a los pies.
Y decirme tuyo desde el primer átomo de mi humanidad;
Que ya ha sido hechizado con la epifánica virtud de tu
ser,
Que se apareció en mi vida como un acto de divinidad,
Colonizándome por completo tal cual luz en al
amanecer.
BIOGRAFÍA
Oscar Pacheco nació en el 1989. Es un
poeta salvadoreño originario del Municipio de San Miguel, pero reside desde su
niñez en el Municipio de La Unión. Es empleado de la Alcaldía Municipal de La
Unión desde el año 2014. Estudió Ciencias Jurídicas en la Universidad Capitán
General Gerardo Barrios.
Es miembro del Movimiento Literario
Sirama, coordinador para la zona oriental del colectivo cultural internacional
de Utopía Poética Universal, representante de El Salvador en el colectivo
literario Arte Poética Latinoamericana, embajador cultural de la Academia Cultural
Universal y Miembro cultural de Poetas Migrantes. Es promotor de eventos
culturales, artísticas y poéticas en Puerto de La Unión.
Pacheco es amante del maravilloso
mundo de las letras. Cultiva la poesía de estilo libre, la prosa y la narrativa
de corte romántica, filosófica y social. Sus textos muestran su enamoramiento
por el universo y de la existencia del todo. Ha plasmado sus letras en diversas
antologías latinoamericanas y revistas internacionales. Fue uno de los 29 escritores
seleccionados en el Certamen de Poesía Breve, promovido por Lamaruca, Gesta
Cultural Vitrata, por lo que es parte de la Antología MÁSCARAS (2021). Su primer
libro es el poemario Una Ventana en el
Alma.
Comentarios
Publicar un comentario